La práctica swinger, más conocida como intercambio de parejas, procede de la palabra ‘swing’, que significa ‘balancearse’. Existen muchas personas que, en un momento dado de la relación, deciden ‘oscilar’ desde su compañero sexual habitual a otra distinta mediante el consenso de ambas partes, y hay muchos motivos implicados en esta decisión. Para empezar, no todas las parejas que establecen una relación entablan una modalidad monógama, sino que algunos introducen a una tercera (o más) personas en la relación. Si además hay una implicación emocional con más de una persona, podemos estar hablando de poligamia o poliamor.

Pese a que en el imaginario colectivo el amor está construido sobre la idea de las relaciones monógamas, el deseo y los afectos funcionan de manera distinta. Según el psicólogo y terapeuta Luis Muiño, es frecuente que, en pareja, alguno de los miembros se sienta puntualmente atraído por otra persona, sin que esto implique una infidelidad emocional o sexual. Para atajar estas emociones, que ocasionalmente pueden ocurrir en pareja, hay algunas opciones sexuales con las que los miembros implicados se sienten cómodos, y pueden servir para dar rienda suelta a estas fantasías: el intercambio de parejas es una de ellas. A continuación, te recomendamos unirte a la red social swinger ILoveSwinger.com, una comunidad con más de 10 mil de miembros entre ellas parejas reales, dirigida a todos aquellos que quieren disfrutar de una sexualidad abierta.

Lo más frecuente es que el intercambio de parejas consista en que cuatro personas (dos parejas) que se conocen y se atraen entre sí mantengan relaciones sexuales con uno o varios miembros de la otra pareja (en heterosexuales, normalmente del sexo opuesto), y que esta relación sea únicamente sexual; con frecuencia, esporádica. Al ser una experiencia ‘controlada’ y que, además, se vive en pareja, esto contribuye a disminuir los celos o el estrés emocional de sentir que nuestro compañero puede estar 'traicionándonos'. De hecho, lo habitual es que las parejas que se intercambian estén presentes en la misma habitación cuando la relación sexual tiene lugar, o que incluso ellos mismos también participen de ella de alguna manera.

El consenso es la clave

En el libro El mito de la monogamia, David Barash, psicólogo de la Universidad de Washington y experto en conducta animal, y Judith Eve Lipton, psiquiatra del Swedish Medical Center en Washington, exploran los celos como tendencia natural del ser humano, es decir, como un fenómeno que no solo es aprendido por la cultura. En el libro se cita lo siguiente: “El instinto que lleva a ser promiscuo es natural, pero la tendencia a odiar que tu pareja haga exactamente lo mismo también lo es”. Esto quiere decir que, por mucho que una pareja esté dispuesta a participar en un intercambio, es importante establecer unas reglas con las que ambos miembros se sientan cómodos, para evitar un daño emocional innecesario.

Una de las estrategias puede ser, como ya hemos mencionado, hacer partícipe a tu compañero sentimental de la relación extraconyugal puede ayudar a favorecer un clima de confianza que palie posibles celos irracionales. De la misma manera, también hay personas a las que les resultará incluso erótico ver cómo su pareja mantiene relaciones sexuales con otra persona. Por ejemplo, la pareja puede llegar a acuerdos como no dar besos en la boca o cortar la comunicación una vez una única relación sexual ha finalizado. En cambio, otras personas se sentirán cómodas manteniendo un contacto constante con otra pareja swinger con la que, de vez en cuando, manteniendo relaciones sexuales, y no tienen problemas en verse y comunicarse con regularidad. Hay muchas formas de convertirse en una pareja swinger, pero lo fundamental es consensuar unas normas para una interacción saludable y satisfactoria.


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Protégete por dentro y por fuera

Un apunte importante: si estamos interesados en convertirnos en una pareja swinger, es fundamental mantener la individualidad. Es decir, si tu pareja te propone una interacción sexual abierta con terceras personas, la decisión debe depender de ambos: tu compañero sentimental no debe hacerse sentir obligado a realizar prácticas sexuales que realmente no deseas hacer.

Por otro lado, en ocasiones la sociedad puede ejercer una presión relevante en este tipo de decisiones de apertura sexual; pero una persona no es más moderna o interesante por abrir su relación a nuevas experiencias, sino que ello dependerá únicamente de lo que le haga sentir feliz y cómodo al implicado.

Por último, otro aspecto fundamental que los miembros de una pareja swinger deben pactar es la gestión de la salud sexual. Una vez que la relación sexual se abre a terceros (y antes, también) es imprescindible utilizar el preservativo.



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Fuente: muyinteresante.es ¿Cómo convertirse en una pareja ‘swinger’?
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